Por: Heraclio Castillo Velázquez

Diciembre por lo regular es un mes en el que solemos hacer un balance de las metas logradas y las que se quedaron en el camino. También es un mes en el que se buscan los lazos familiares y de amistad para cerrar un ciclo y comenzar uno nuevo, quizás con esperanza, con nuevas expectativas y horizontes para conquistar. Sin embargo, diciembre para mí significa agradecer por tener una familia con quién compartir este cierre de ciclos y la aventura de buscar un nuevo camino.

En estas reflexiones me he puesto a pensar en todas esas personas que perdieron a algún familiar derivado de la crisis de seguridad, particularmente en Zacatecas. Dudo mucho que sea una feliz Navidad para los familiares de Cinthia Nayeli, en especial cuando han pasado varios meses sin tener resultados de las autoridades de justicia, a pesar de la gran marcha (la más grande que haya visto Zacatecas) para mostrar el repudio social hacia esta crisis.

El caso es solo uno de los miles que han ocurrido en los últimos años. Familias que no tendrán una feliz Navidad porque les arrebataron esa posibilidad y no hay siquiera una esperanza de recibir como regalo un acto de justicia. Esta noche del 24 de diciembre esas familias tal vez cenarán angustia, desesperanza y un vacío dejado por el familiar ausente. Remojarán la tristeza en un caldo amargo. Compartirán el pan y la sal con un nudo en la garganta. Y seguramente en las próximas semanas llegará a su puerta una publicidad electoral mucho antes que una sentencia contra los responsables de su pesar.

El 2017 nos ha dejado no solo historias como la de Cinthia Nayeli (por nombrar solo un caso). Llegamos a diciembre con un raquítico incremento al salario mínimo mientras el tanque de gas LP ronda los 600 pesos y el costo de la gasolina aumenta el precio de la canasta básica de tal forma que tendremos una mayor proporción de gente en situación de pobreza alimentaria. ¿Una despensa en periodo electoral ayudará a solucionar esta carencia? Una semana, no más. Pero las nuevas mediciones del CONEVAL y del INEGI, maquilladas, nos dirán que sí, que se está abatiendo el indicador.

Llegamos a diciembre y cerca del 40 por ciento de los zacatecanos percibieron una burla de aguinaldo, los que sí tienen esta prestación, porque no se investiga de oficio a las empresas e instituciones que no la otorgan. Finalmente, alguien respaldó la subcontratación y ahora es legal mantener a los trabajadores sin prestaciones de ley. Pero dicen que vamos bien en generación de empleo, con salarios por los suelos, con trayectos cada vez más lejanos hacia los centros de trabajo, con jornadas que superan las 10 horas sin que alguien regule estos horarios, sin olvidar que la mayoría de estas plazas son temporales.

Llegamos a diciembre con una Universidad Autónoma de Zacatecas en estado de coma y el gobierno entrega un paracetamol como si fuera el remedio definitivo. Gracias, a todos ellos (gobierno y universitarios) gracias por la aspirina que nos dieron para el cáncer que vive nuestra Máxima Casa de Estudios. Los más de 10 mil alumnos y cerca de 4 mil profesores (y los más de 50 mil egresados que ponen en alto el nombre de la UAZ) les agradecemos sus finas consideraciones.

Llegamos a diciembre con un Poder Legislativo que dice representar al pueblo, pero aprueba una Ley de Seguridad Interior que sirve pa’ maldita la cosa en el combate al crimen organizado, aunque será de gran utilidad para reprimir protestas civiles, especialmente en periodo electoral. A nuestros diputados, gracias. Gracias por chingarse al pueblo, y todavía un mayor agradecimiento por evitar la aprobación la iniciativa de reforma al Código Familiar del Estado de Zacatecas para permitir el matrimonio civil igualitario. La comunidad LGBT+ agradece enormemente, en particular a la diputada panista Lorena Oropeza, que se postergue el dictamen de la iniciativa. Nuestros derechos pueden esperar otra década más.

En el fondo, sí hay que agradecer que llegamos a diciembre con vida. Ojalá que este diciembre también nos regale un poco de memoria histórica y como mexicanos no cometamos el mismo error que en años anteriores. Hay a quienes les encanta tropezar con la misma piedra y hasta le agarran cariño a esa piedra. Hay a quienes nos motiva más quitar las piedras del camino. Desde este espacio agradezco a los lectores que me siguieron durante el año. Nos leemos en enero próximo.