Por: Luis Medina Lizalde

La sola idea de que corruptos queden sin castigo suscita frustración en el ciudadano de a pie. López Obrador reitera su propósito de no proceder en contra de corruptos no nidenunciados conforme a derecho, ha dicho también que no va a interferir en la acción de la justicia en los casos en curso pero que su esfuerzo se centrará en  asegurar que cese la corrupción a partir de rendir protesta como Presidente el ya muy próximo  Primero de Diciembre.

López Obrador está en un dilema propio de la transición: vuelca sus energías en castigar la corrupción del pasado reciente, o se concentra en asegurarse de que no se produzca en su sexenio y en eliminar los vacíos institucionales que la permitieron; la decisión se sopesa en función de la correlación de fuerzas y el tiempo disponible.

Vicente Fox dijo que combatiría la corrupción y Francisco Barrio creyó que caerían peces gordos de la era priista, pero pronto constató que Fox era “puro jarabe de pico”; Peña Nieto llegó en acuerdo con Felipe Calderón.

Un país en el que cada año las finanzas públicas dejan de recibir 2 billones de pesos por las facturas falsas, según informa la defensora del Contribuyente Lic Diana Bernal, es un país ahogado en la corrupción, algo que ya sabemos.

Desde hace décadas se acostumbra que los gobernantes en turno le den gato por liebre a los ciudadanos mediante declaraciones contra la corrupción; es así que políticos con muy mala fama pública declaren una y otra vez que están contra la corrupción y sus palabras son ampliamente reproducidas por una aparato comunicacional “chayoteado” y cuando la situación lo amerita, encarcelan un pez gordo que más que por corrupto cae por chocar con los intereses del mandón.

Durante muchos años se incubó una tolerancia hacia políticos que abusaban de su condición para enriquecerse, se les consideraba “astutos, “inteligentes”, “pragmáticos” “realistas” en lugar de ladrones y abusivos, al mismo tiempo que a los honestos se les ridiculiza por “soñadores” “ingenuos” “idealistas”.

Tal deformación en nuestra cultura cívica es fruto de la persistencia de la corrupción anidada en las estructuras de poder desde los inicios de la Nueva España y sobreviviente de las grandes revoluciones mexicanas como la de Independencia, la de la Reforma Liberal y la Revolución Mexicana, llegó la hora de corregirla.

FÁCIL NO SERÁ

AMLO, antes de rendir protesta, aprovecha su mayoría en el Congreso dejando constancia de que no se atiene únicamente a su ejemplo personal: Puso freno a la ambición mediante la Ley de remuneraciones de los servidores públicos, la ley de extinción de dominio fundamenta el decomiso de fortunas fruto de la corrupción, va en curso de acabar con el escudo de la clase gobernante llamado Fuero, va contra” los moches”, suprime intermediarios repartidores de beneficios de programas sociales.

Propina un bofetón con guante blanco al recibir 150 Millones de pesos para sus gastos de transición, ponerlos a rendir en depósito bancario y devolver a las arcas públicas los 150 millones recibidos más otros 2 de intereses y consigna el uso de 348 mil pesos.

Si los políticos gastalones no se dan por aludidos es que no tienen … remedio.

Es de celebrar que AMLO no sea vengativo y no ande con la espada desenvainada en contra de los que fueron piedrotas en su camino. Los grandes lo son porque no se colocan los ojos en la nuca cuando gobiernan; es magnífico que enfatice la moral como atributo esencial de la vida pública, es probada su aversión a la impunidad, es sensato no despilfarrar tiempo y capital político en ajustes de cuentas, pero mucho me temo que el pueblo de México no se convencerá fácilmente de una especie de “borrón y cuenta nueva” que deje sin castigo a los políticos corruptos.

El pueblo está muy herido por el espectáculo de la corrupción y eso lo saben los demagogos que lanzarán su oratoria flamígera contra la posición de Andrés Manuel; el poder mediático de la corrupción tampoco se puede subestimar.

La fuerte inclinación a la corrupción se hace notar en los congresos locales, ayuntamientos, burocracias estatales, órganos autónomos, tribunales judiciales locales y federales.

¿AMNISTIAR AL CHAPO O A UN POLÍTICO?

Tengo la impresión de que si los mexicanos tuvieran que decidir a quién amnistiar entre el Chapo Guzmán y un político corrupto, el famoso narcotraficante ganaría su libertad en medio de aclamaciones.

Hoy la clase gobernante es el apachurrado jamón del sándwich.

Arriba es presionada por un Presidente firmemente determinado a que prevalezca la austeridad y la honestidad

Abajo hay furia ciudadana contra los ávidos de privilegios con cargo a los contribuyentes.

…..Y ni así cambian

Nos encontramos el martes en El Recreo

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