Por: Luis Medina Lizalde
El declarado propósito del próximo Presidente de la República, Andrés Manuel López Obrador, de reducir los subsidios a partidos políticos en un 50 por ciento, trajo a mi mente lo que le escuché a uno de los de más oficio político de los que han gobernado Zacatecas, Don José Guadalupe Cervantes Corona que solía decir “Con dinero cualquier pendejo es político oiga usted”.
La historia de los últimos treinta años le ha dado la razón, desde que la reforma política de 1996 introdujo la canalización de recursos públicos para los partidos hemos padecido la ineptitud política de los que gobiernan disponiendo de dinero para todo pues pocos países en el mundo gastan presupuestos anuales tan exorbitantes como los de México, superiores a los cinco billones.
Efecto del cambio anunciado es la promoción del político competente, creativo, eficiente y cuidadoso del dinero público que sustituya al inepto, rutinario, deficiente y despilfarrador que se apoderó de los mandos nacionales, estatales y locales en altísima proporción y que nos ha llevado al colapso y la descomposición social que nos avasalla.
Gracias al exceso de dinero en la política, escasean los capaces de redactar sus propios discursos, contratan esos servicios a agencias especializadas o a jóvenes preparados en trance de sobrevivencia que escriben libros y artículos periodísticos que se publican con la firma de algún encumbrado analfabeto funcional (que se delata cuando expone ideas en público sin tele- promter, exhibiendo su limitado vocabulario y cantinflesco uso de palabras domingueras mal asimiladas).
TRES BOTONES
Vicente Fox no solo pareció servil sino también inepto hasta lo indecible cuando en una conversación telefónica con Fidel Castro pronunció aquella memorable frase de “comes y te vas” para no disgustar al Presidente Bush
Más pendejismo que perversidad encuentro en la trágica militarización de la lucha contra las bandas del narcotráfico en los inicios del Calderón que actuó movido por el afán de la legitimidad que no obtuvo de las urnas, al fin y al cabo Salinas De Gortari enseñó el camino con su “Quinazo”.
Siguiendo con Calderón, repasando las fiestas del Centenario de la Independencia con Porfirio Díaz al frente, resalta la ineptitud monumental de quienes cien años más tarde celebrarían inmersos en corrupción e ineptitud la misma épica fundacional
Su Estela de Luz lo dice todo
Peña Nieto la regó feo: el devastador escándalo que minó tempranamente su autoridad política (“la casa blanca”) apareció en el horizonte de la opinión pública por la incontrolada frivolidad de su esposa al presumirla en la Revista “Hola”.
Su limitada comprensión de la política no tuvo el acompañamiento precavido del marido, él sí obligado a medir consecuencias de quien fatalmente “lo embarra” aunque no sea su propósito.
LO UNO NO QUITA LO OTRO
La gente tempranamente resintió el encumbramiento de políticos que accedieron al poder arropados por los billetes, que pronto dejaron ver la falta del oficio que solo se adquiere con caídas y levantadas, con perseverancia, habilidades de trato y aptitud para el diagnóstico veloz y la improvisación ante lo inesperado, con el temple para los malos tiempos y el auto dominio ante el cajón abierto, los políticos de nuevo cuño, los hechos con dinero, pronto inspiraron el grito que por primera vez gritaron los tapatíos “ Que regresen los rateros, que se vayan los pendejos”, cumpliéndose a medias la consigna, porque en la nueva generación reencarnaron los rateros en los mismos pendejos que en vez de irse se refirmaron, las decenas, quizás centenas, de procesos judiciales de los que gobernaron con Roberto Borge, Javier Duarte, Guillermo Padrés y varios más que no solo se caracterizaron por llenar los bolsillos violando leyes y traicionando encomiendas sino también por hacerlo de forma tan descuidada.
EL OFICIO, COMO EL AMOR, NO SE COMPRA CON DINERO
La deliberación colectiva, la lucha por convencer, el arte de refutar, los ejercicios analíticos no tienen dónde cultivarse, las asambleas estudiantiles y sus fogosos mítines desaparecieron, las asambleas sindicales no sobrevivieron ante la conversión de los sindicatos en oficinas de trámites, las obligatorias asambleas ejidales cada primer domingo del mes son cosa del pasado ¿dónde se aprende ahora el arte de convencer, de movilizar, de producir rebeliones o acatamientos por convencimiento? Los partidos no forman, pagan por hacer, compran lo que necesitan y al que necesitan.
Cuando Colosio proclamaba orgulloso en su trágica campaña ser hijo de la cultura del esfuerzo y no del privilegio, se deslindaba de los que ascendían sin aprender, de los inmersos en el apendejamiento programado en que devino la política.
Los políticos sin oficio gobernando son mortíferos para toda sociedad, desintoxicar de dinero la política permitirá, en el mediano plazo, producir una clase política a la altura.
Nos encontramos el lunes en El Recreo
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