Por: Luis Medina Lizalde

Baja California es tema  de análisis  por el  cinismo de su clase política.

El gobernador postulado por Morena, Jaime Bonilla, compitió por un período de dos años, ganó, y luego la legislatura local electa desde 2106, con mayoría del PAN, reformó la Constitución local para ampliar el período del gobernador entrante. La reforma no sobrevivirá, según mi modesta opinión, al Recurso de Acción de inconstitucionalidad que  interponga cualquier partido.

Lo llamativo del episodio es que los priistas, primera minoría, así como diputados de todas las fracciones votaron a favor de la aberración política y legal que la reforma de marras entraña. En ese sentido, la radiografía del cáncer no corresponde a un partido político ni a una ideología, incluya a todo el espectro partidario, pero también es gratificante constatar que el rechazo procede de miembros de todos los partidos.

Entiendo las razones aunque no las comparto, de Yeikdkol Polensvki para salir en defensa del proceso de ampliación del período.  La solidaridad con los del propio partido no debe ser automática  cuando lo actuado contradice  principios y valores del proyecto político común.

Morena debe asumir que en su seno coexisten  opuestos, lo viejo y lo nuevo y que no hay más guía que los principios, reglas y programa libremente adoptados cuando uno se afilia, de otro modo hará de sus éxitos la fuente de sus fracasos. Les pasó al PRI,  al PAN y  al PRD.

Una legislatura bajo el control político del gobernador saliente realiza una reforma complaciente con el que hasta hace un mes era su enemigo jurado ¿Cómo explicar el súbito cambio de postura? Las especulaciones no se hacen esperar, algunos hablan de  cañonazos de millón de dólares, otros de acceso a franjas de la próxima administración, tampoco se puede descartar de un acuerdo de impunidad para el saliente dado las malas cuentas que provocaron que el PAN perdiera su más antiguo bastión territorial.

Dice el ingeniero Cuauhtémoc Cárdenas, uno de nuestros pocos políticos con pensamiento de estado, que lo de Baja California debe anularlo la Suprema Corte de Justicia y que se debe sancionar a los diputados, de lo primero no tengo dudas de que así se hará, de lo segundo no tengo dudas de que no se hará pues ¿quién sanciona a los diputados?

CON ESTOS BUEYES ARAMOS

A los diputados  poco éticos se les suele controlar más desde las tesorerías de los gobiernos que desde las dirigencias partidarias particularmente cuando pertenecen a partidos distintos al del gobernante, ya que los correligionarios poco éticos  se disciplinan con futura prometido, desde una chamba al terminar hasta una candidatura, el resultado es la inexistencia virtual de representación popular, de contrapesos reales, al gobernante le resulta más cómodo “maicear” que argumentar, lo primero no es de su bolsillo, lo segundo no es de su interés.

Es fácilmente documentable la conducta transgresora de legisladores: Violan sus propias normas,  se pasan por el arco del triunfo el plazo que sus comisiones tienen para dictaminar productos legislativos almacenando en el mismo espacio productos legislativos “chatarra” e iniciativas sólidamente sustentadas.

Tan impotente resulta  el poder sancionador tratándose de diputados, que ni las faltas o retardos puede modular.

Si la vida cotidiana de las legislaturas no se ciñe a las reglas, si las transgresiones fácilmente constatables no tiene sanción ¿Qué podemos hacer ante verdaderos delitos en los que se incurre con frecuencia? La compra de voluntades legislativas puede “mercadear” cuentas públicas, nombramientos de “autónomos”, leyes, presupuesto, impuestos, informes y lo que sea importante para el “pagador”, es más que probable que no exista entidad federativa con algo que contar a ese respecto, por tal razón el desatino de Baja California debe motivas a los ciudadanos, nutridos por los juristas, a la búsqueda de una re-ingeniería del poder legislativo que los ubique en el campo de la auténtica rendición de cuentas en lo individual y en lo colegiado.

                         EL DEBER DE MORENA

Baja California reafirma dos de mis convicciones: La  urgencia de suprimir el Fuero (Ya no sirve para lo que fue creado) y  la urgencia de  cancelar  la reelección consecutiva (instala dañina  simultaneidad del ejercicio del cargo con la campaña para repetir).

En  los ayuntamientos es preferible amplificar el período de tres a cinco o seis años y  los poderes legislativos que  se afiance el personal de carrera que hace realmente la chamba.

El resultado electoral coloca a Morena en la trompa de la máquina del tren que ya está en marcha, si no quiere descarrilarse habrá de hacer de la congruencia entre el decir y el hacer su máxima virtud y de la erradicación de la corrupción su máximo objetivo.

Para eso fueron sinsabores y desvelos.

 

Nos vemos en el Recreo

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