Por: Luis Medina Lizalde 

La habilitación del Bronco como candidato a la Presidencia de la República para que le quite votos a López Obrador es una evidencia más de que uno de los cambios de fondo que México necesita es el de un nuevo sistema electoral, el actual se cae de podrido de principio a fin.

Las turbulencias al interior de cada partido hacen muy difícil distinguir quiénes son los militantes atropellados y quiénes son los vivales que se hacen pasar por víctimas. Ambas denuncian lo mismo y con el mismo lenguaje, y la ciudadanía opta por contemplar a distancia esa lucha de opuestos en que se debate lo válido con lo putrefacto, lo viejo con lo nuevo.

El corrupto sistema electoral tiene el defecto de origen de que la integración de sus órganos (INE, TRIFE Y FEPADE) es fruto de un reparto operado desde la Presidencia de la República con la complicidad de las cúpulas partidarias según su fuerza en las cámaras del Congreso de la Unión. El resultado es un esquema donde los escrúpulos son un estorbo, dejando expedito el camino a los más ruines practicantes de la política, vemos algunas de las manifestaciones más aberrantes.

BREVE INVENTARIO DE RUINDADES

La noble causa de la equidad de género les ha dado la ocasión a los inescrupulosos que están en condiciones de imponerse, de desplazar a las mujeres militantes auténticas de un ideario, por las que acceden por ser hijas, cuñadas, esposas o amantes del infame “palomeador” en cada estado, distrito o municipio de este país, lo que nos hace ver en los cargos de representación popular mezcladas a mujeres cargadas de méritos y dignidad política de compañeras de notorias carencias morales e intelectuales.

El palomeador o el farsante que logra hacerse pasar por “palomeador”, recluta serviles a quienes impulsar, a cambio de una “contraprestación” que puede ser incondicionalidad política, dinero en un solo pago, dinero mensual mientras dure el cargo “palomeado”, plazas laborales para los compromisos del “palomeador”, futuros contratos con diezmo de por medio etcétera

El fin del monopolio del PRI de los cargos de elección popular generó nuevas formas de hacer negocio entre “opositores” de moral flexible y sus adversarios del mismo perfil, pactando la nominación de candidatos “a modo” para facilitar el triunfo del otro, o pactando “voto diferenciado” apuñalando a los propios compañero.

La venta de credenciales de elector es negocio poquitero, a veces familias numerosas o vecinos de alguna misma comunidad se organizan para ofrecerles el voto a quien pague más, el uso fraudulento de dicho documento es muy versátil, sirve para documentar falsos apoyos, falsas afiliaciones a partidos y falsos avales a “independientes”.

La compra de votos es una operación no apta para tarugos, cuando no se sabe cómo hacerla se tira dinero a la basura. A muchos candidatos les sucede que gastan más que el que se alzó con la victoria, el PRI sí sabe cómo se hace, deja que sus adversarios se la pasen denunciando que si el cemento por acá, las varillas por allá y que toda la campaña sus rivales siembren la idea que el PRI sí recompensa a quienes le otorgan su voto, las campañas terminan siempre el miércoles anterior al domingo de la elección y en ese jueves, viernes, sábado y hasta domingo, se coloca dinero en efectivo en manos previamente seleccionadas a cargo de electores en secciones precisas, para que una vez que se compruebe que cumplieron el trato de un número determinado de votos, entregarles la otra parte del dinero, Los “operadores” saben que mariachis pagados tocan mal son. 

Este cuadro de conductas inmorales tan socorridas, no fuera posible sin un entorno institucional atrofiado para imponer severos correctivos, proveyendo a las instituciones de actores públicos ajenos a principios y proclives a hacerse disimulados ante corruptelas y abusos con tal de mantenerse en la política altamente remunerada.

UN TSUNAMI SE AVECINA

Ayuda a los beneficiarios de este podrido sistema político la creencia en que “todos son iguales” arraigada por el periodismo que no se toma el trabajo de investigar, de corroborar, de distinguir matices, trayectorias y hechos, consolidando a los oprobiosos tiranos sembrados en cada partido y en las instituciones de poder.

Para fortuna de los mexicanos, existen muchos que conscientemente rechazan la indignidad, la simulación, la complicidad y el servilismo como fórmulas de ascenso político, que prefieren no acceder a cargos políticos para seguir luchando por cambiar las cosas en México, siento, como muchos, que ese momento está por llegar y que como siempre sucede, llegará mezclado lo nuevo con lo viejo, lo defendible y lo repudiable.

Hoy se premia lo que mañana se castigará, por ese cambio vamos.

Nos encontramos el jueves en El Recreo
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