J. Luis Medina Lizalde  

El cambio cultural que se registra en la ciudadanía terminará por ahorrarnos el penoso espectáculo de una clase gobernante chata, desconectada con la realidad, que incurre en la disputa obscena del “mérito” de la “gestión” de la presencia de la Guardia Nacional en Zacatecas, convirtiendo en timbre de orgullo lo que es un motivo de vergüenza pues lo  socialmente satisfactorio sería  que el estado de  la seguridad pública de los Zacatecanos hiciera innecesaria su presencia. Es como cuando el discurso oficial convierte en orgullo su fracaso en generar condiciones de vida para retener a los que se ven forzados a emigrar.

La presencia de la Guardia Nacional en Zacatecas deberá ser cualitativamente  distinta a la que tuvieron en el pasado policías federales, marinos y soldados, pero para eso, el gobierno local, los medios de comunicación y los ciudadanos debemos también  cumplir con nuestra parte para que la seguridad retorne al territorio, la diferencia estriba en que la piedra angular del desempeño sea el respeto a los derechos humanos, no solo por justicia, sino también por eficacia, pues la colaboración de la sociedad jamás será realidad sin la certeza de que la Guardia Nacional opera distinto.

Es pertinente que la Guardia Nacional conozca que a partir de la llegada masiva de fuerzas federales Zacatecas quedó a dos fuegos en determinadas situaciones y momentos determinados, hubo crímenes horrendos por cuenta de policías federales, soldados y policías como en esta columna consignamos en solitario, pero es de justicia reconocer que el Ejército si supo asumir su responsabilidad y  sometió a proceso a los elementos castrenses responsables de matar inocentes en Villa De Coss y a los que secuestraron, torturaron y ejecutaron en Calera, en contraste, los  altos mandos  de los policías federales que a la vista de todos se llevaron a campesinos en faenas de cosecha jamás dieron la cara ante la sociedad. Todo esto sucedió contando con el silencio del gobierno local y desde luego, sin la amplia ventilación pública de los hechos, pues los actores políticos zacatecanos comunican sus comidas, no sus posturas frente a hechos de semejante naturaleza.

                                  LA RESPONSABILIDAD LOCAL

Los aliados de la Guardia Nacional  deben ayudarla para que no se descomponga aportando la supervisión externa, fundada en el ánimo de coadyuvar al éxito de su misión, el Gobernador Tello ha estrenado libertad de crítica frente al Presidente de la República, ahora se queja, discrepa y mediante sus voceros informales deja constancia de su lejanía política,  ojalá que su  recién estrenada libertad sea puesta al servicio del cumplimiento de su deber de velar por la seguridad de los zacatecanos ante quienes  atenten contra la misma.

 En el caso de la Guardia Nacional el tema de los derechos humanos nace bajo los mejores auspicios por previsiones legales y por la voluntad comprometida del Presidente López Obrador que contará con el acompañamiento de la ONU en la tarea.

Una garrafal omisión que debe reparar el gobierno local es que con Guardia Nacional o sin ella, es su responsabilidad tener una política local de seguridad pública que se armonice con la estrategia federal. Zacatecas padece más delincuencia del fuero común que del fuero federal, ignorar tal circunstancia hizo más costoso el error de atenerse a que el Gobierno Federal nos resolviera el problema y que nuestro papel consistiera en pagar los gastos. La presencia de la Guardia Nacional no debe conducir al mismo error porque entonces llegamos al mismo frustrante resultado.

Hay asuntos que un gobernador puede delegar en el formalmente responsable sin mayores riesgos, pero en las tareas de Seguridad Pública debe poner todo el peso de su investidura, toda su atención y toda su imaginación para no depender de lo que le informen los formalmente responsables, a diferencia del fomento al turismo, hasta el más honorable mando de la Seguridad Pública  cede  a la tentación de administrarle información  al jefe para no generar directrices que eleven el nivel de riesgo.

                          CRIMINALES Y POLÍTICOS

Después  de una década de presencia constante  del crimen organizado en territorio zacatecano, surgieron nexos  entre  algunos políticos y delincuentes, algunos cautivos de la ley de plata o plomo y otros sirviendo sus ambiciones de poder. La abulia local contribuyó a este ominoso panorama dado que la depuración policial se circunscribe a los “exámenes de confianza”  de resultados tan dudosos, hoy la Guardia Nacional inicia su presencia en terreno minado, sin ojos y oídos territoriales suficientes y confiables, dormirá con el enemigo cuándo menos un tiempo.

No hay de otra,  el Gobernador es el único que puede ejercer el liderazgo en el tema de seguridad, la tarea implica riesgos pero nadie que esté en una posición de tanta relevancia puede rehusarse a correrlos.

 

Nos encontramos el lunes en Recreo

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