Por: Luis Medina Lizalde 


La crisis con la que culminó la legislatura zacatecana su segundo período ordinario de sesiones ofrece lecciones que debemos asimilar. Las culpas individuales no deben ocultar las causas de fondo, nos viene sucediendo cíclicamente.


Desde los medios se asienta que “ésta es la peor legislatura de la historia” del mismo modo que se dijo de las legislaturas anteriores y de persistir el hábito, se seguirá diciendo de las posteriores, el inconveniente estriba en que no se sustenta en datos duros lo afirmado aun cuando el innegable progreso en el registro, conservación y acceso público a lo concerniente a la actividad del individuo y el colegiado actuantes en el Poder legislativa ofrece todas las posibilidades de profundización.

Durante muchos años los diputados no tuvieron atención ciudadana, ahora están en la vitrina, lo malo es que la cobertura mediática suele concentrarse en lo cuantitativo e ignora la esencia, tal enfoque es estimulado por el desparpajo con la que los diputados incumplen obligaciones elementales consignadas en las normas del congreso concernientes a inasistencias a sesiones generales y de comisiones, número de iniciativas de ley y otros productos legislativos etc.


Inclusive no registran omisiones de deberes básicos como el de rendir informe anual de actividades que la constitución local impone a cada diputado.

En contraste, acumulamos rezagos legislativos enormes, urge pactar prioridades que eviten despilfarro de tiempo en puntos de acuerdo e iniciativas de refrito que se acumulan en la “congeladora” y solo sirven para que el promovente logre ruido mediático de irrelevante efecto mientras que el estado sigue sin actividad legislativa cualitativamente indispensable.


Se pierde de vista que el Poder Público se divide para su ejercicio en tres y cuando uno de los tres falla mete en problemas de funcionamiento a los otros dos provocando que fallen los tres, tal es el caso de Zacatecas desde hace mucho tiempo.

LEGALIDAD IGNORADA


Tenemos un Poder Ejecutivo administrándonos onerosa y deficientemente, un Poder Judicial con anacronismo que se expresa en la ausencia de Justicia de la que se tiene solo información casuística eventual y un Poder legislativo omiso en su deber de vigilar la buena marcha de la administración pública y de legislar a partir de una jerarquización de urgencias.


No obstante, la crisis es de aplicación de la ley y no solo de rezago, la 63 legislatura lo hace notar desde el principio al sabotear, en vez de atreverse a derogar una reforma tan pacientemente consensuada como la que suprimió herramientas legislativas, privilegios como seguro médico de gastos mayores, reglas para la enajenación de bienes del Congreso, supresión del reparto de “economías”, ampliación de un mes de cada período ordinario de sesiones, establecimiento de la obligación de rendir informe anual de actividades del Poder Legislativo y Judicial en el mismo formato históricamente reservado al Ejecutivo y cancelación de las sesiones privadas tan idóneas para las turbiedades.

FUERA MÁSCARAS


La actual legislatura, en vez de asumir abiertamente que no les gustaron los cambios, actúan pisoteando el texto constitucional, la ley orgánica y reglamento del Poder legislativo, radicalizan el ausentismo, inventan fórmulas de uso de los más de 72 millones otrora destinados herramientas “legislativas” que irresponsablemente les entregó el Ejecutivo y convocan a una sesión ordinaria casi clandestina en un restaurante, pretendiendo absurdamente que un testimonio notarial le confiera a la sesión el carácter público, imagínese usted
Quizá la más grave muestra a lo legislado por la legislatura anterior es la confabulación para no nombrar contralor interno con una autonomía que suscita inseguridades, disponían por ley hasta el siete de Marzo del año en curso pero ayer concluyeron el período de sesiones sin ocuparse del asunto a pesar de que convocaron e hicieron comparecer a quienes cumplieron los requisitos y que la comisión responsable dictaminó en tiempo y forma.


EL VOTO BIEN USADO


Un factor que explica la actitud de resistencia a los cambios legislativos es porque se produjeron cuando los actuales diputados estaban en campaña, los que habían pedido licencia nunca imaginaron que sus respectivos suplentes habrían de participar en una reforma histórica que respondía a la exigencia colectiva de que los diputados ganen menos y trabajen más
El debate es inevitable, la disposición Constitucional de “Máxima publicidad” del universo institucional abre el camino para mejorar la puntería a la hora de votar por integrantes del poder legislativo local porque podemos darnos cuenta de lo que no es funcional a los intereses generales
Para el 2021, es menester que la gente no reflexione nada más en el perfil de los aspirantes a titular del Poder Ejecutivo, porque no podemos tener un buen gobierno con un Poder Legislativo como el que tenemos.


Para eso sirve la democracia sin caciques
Nos encontramos el jueves en El Recreo
@luismedinalizalde
luismedinalizalde@gmail.com