Por: Luis Medina Lizalde 

Anuncio de gran trascendencia es el de que las delegaciones estatales del IMSS dejarán de ser botín político al establecer el concurso de oposición entre el personal de la propia institución para ocupar el cargo.

Con la medida, se asesta un certero golpe al esquema mediante el cual los grupos políticos y los caciques en turno dispusieron de esas plazas para compromisos electorales, amigos y parentela así como para el intercambio de “favores”.


El anuncio coincide con el momento en que deja el encargo el Subsecretario de Educación en el estado, David Eduardo Rivera Salinas, uno de los pocos elementos transexenales zacatecanos que ha fincado su trayectoria en el mérito institucional y no en el patético oportunismo de los políticos ideológicamente errantes.

El patrimonialismo consiste en tomar como patrimonio privado lo público, lo introdujo la Corona Española en su modo de integrar la administración mediante la venta de cargos, de la Nueva España pasamos al México Independiente enfrascados en el tortuoso advenimiento de instituciones republicanas que nos llevó todo el Siglo XIX hasta que el dictador Porfirio Díaz estableció los cimientos en los cuales se edificó el México Posrevolucionario en buena medida, lamentablemente, la cultura política del patrimonialismo no desapareció.

INEPTITUD, CORRUPCIÓN, TRAICIÓN, CHAPULINES, CACIQUES…


Efecto automático de la cultura patrimonialista es la cancelación del mérito como factor de permanencia y ascenso en la vida pública, las dependencias públicas tienen en sus entrañas a esforzados servidores públicos con solvencia moral y aptitudes que no solo carecen de vías honorables para ascender sino que están expuestos a ser removidos o cesados si algún corrupto con poder requiere de la plaza para algún pariente, intercambio de favores o compromiso electorero, Zacatecas es rehén de la incompetencia crónica en gran parte por el patrimonialismo exacerbado característico de los grupos que dominan la escena desde hace décadas.


Además de la ineptitud, otro fruto del patrimonialismo es el de la corrupción basada en nexos de complicidad forjados mediante el tejido de redes de incondicionales que entienden que su cargo se lo deben a la voluntad de quién los nombra y no a sus propios méritos; De políticos sin existencia propia están saturadas las instituciones, las cámaras legislativas, los cabildos, las dependencias de la administración pública, los decepcionantes órganos autónomos, algunos de los cuales se convierten en indignos y descarados instrumentos de suyo incompatibles con su misión institucional.


Sumado a la ineptitud y corrupción, otro efecto constatable en la historia es la consagración de la traición como herramienta de la política. La competencia por una posición es la competencia por ganar el visto bueno del que determina quién entra y quién sale sin considerar méritos, capacidades y moral, lo que da rienda suelta a zancadillas y puñaladas por la espalda, si los méritos y la moral fueran los factores a considerar el desempeño y la moral prevalecerían, el ingrediente de la traición que fomenta el patrimonialismo en la política origina el cambio de chaqueta sin que importen los principios y las alianzas ocultas con los de afuera para aplastar a los de adentro, aquí nuevamente la historia zacatecana reciente es rica en ejemplos.


A lo anterior se agrega el hecho de que el patrimonialismo induce al equívoco de confundir la política con el arte de controlar personas, no procesos colectivos. Para lo primero hay que buscar posiciones obsesivamente, para lo segundo hay que entender la realidad y proponer camino.

Un político digno de ese nombre busca en el estudio y en el contacto con la gente la legitimidad, un político gestado por la cultura del patrimonialismo siempre está buscando colocar a quien supone que puede controlar.


El cacique es hijo natural del patrimonialismo, su vigencia depende de su capacidad de emplear, de conseguirle contratos, de “chayotear".


Si en lugar de eso lo que valiera fuera la trayectoria, el reconocimiento social, la congruencia entre lo que se proclama y lo que se practica, en lugar de padecer caciques a los que les urge disponer privadamente de lo público, tendríamos políticos de altura.


QUE SE GENERALICE


La decisión de someter a concurso la designación de delegados del IMSS debe abrir un ciclo de modernización administrativa, introduciendo las reformas legales que aseguren su carácter definitivo, para que no sea golondrina que no hace verano debe ser solo el primer paso de una serie que generalice ese principio en toda la administración federal e introducir el mismo principio en las administraciones estatales y municipales sustituyendo el endémico patrimonialismo por la meritocracia tal como lo han logrado países con más altos niveles de bienestar.
Dejar atrás la tara cultural heredada del colonialismo español será difícil, habrá muchas resistencias.


Nadie dice que sea fácil.


Nos encontramos el viernes en el Recreo
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