Por: Luis Medina Lizalde 

La situación es terrible en materia de inseguridad, la Guardia Nacional genera expectativas equivocadas, siendo un paso en la dirección correcta, es insuficiente si no se conecta con una política social sin corrupción y si estados y municipios no se corresponsabilizan, a todos nos corresponde hacer un esfuerzo de aportar a la recuperación de la tranquilidad.

Amplias zonas de Zacatecas están inmersas en la demencial violencia materializada en ejecuciones, secuestros, extorsiones etc. Las regiones del estado que están en relativa calma viven el riesgo de que su paz se interrumpa debido a que no es la autoridad la que se las brinda sino el dominio de un cártel al que ningún otro le disputa el territorio; algunos presidentes municipales son rehenes de esos grupos y la capacidad policial de los ayuntamientos es ridícula  (Monte Escobedo tiene un solo policía).

El período de miedo que arrancó en Diciembre de 2007 en nuestra tierra no concluye, y seguramente la pesadilla no terminará si no reconocemos que lo que hemos hecho y dejado de hacer no funcionó, un recuento de los errores en esos casi 12 años destaca lo siguiente:

La autoridad estatal ha sido incapaz de diseñar una política de seguridad pública que atienda nuestras singularidades y se complemente con la acción federal.

Las autoridades municipales han encontrado en la falta de policías en número suficiente, equipadas y adiestradas, la justificación para no meterse en líos.

Los cuerpos policíacos permanecen infiltrados, los jefes prefieren fingir que no saben lo que sí saben.

Sin embargo el problema es de todos, la sociedad y la autoridad habrán de revisar lo que se puede cambiar para interrumpir el abastecimiento permanente de “carne nueva” a los grupos delictivos modificando el enfoque comunicacional del universo delictivo.

               ESCUCHEN A LOS CUSTODIOS

Hace unas cuantas semanas algunos amigos custodios del sistema carcelario me narraron las reacciones de delincuentes cuando se les notifica la sentencia condenatoria, se derrumban, lloran incansablemente, se hunden en la depresión, hablaban también del dramático encuentro con hijos madres y demás familiares, de la sensación de orfandad que denotan los culpables de crueles ejecuciones, desmembramientos y  desapariciones forzadas.

 La postración emocional es pasajera, lentamente, me dicen estos sociólogos empíricos, se van recuperando asumiendo una dureza que los afianza en el universo delictivo con más crueldad de la que portaban al ser detenidos.

El personal de seguridad penitenciaria conoce muchas historias de cerca sobre individuos de cuya sociedad no guarda ni el nombre; ellos ven lo que desde los escritorios no se conoce y comparten conmigo la convicción de que “si la gente supiera esto  sería un verdadero escarmiento para muchos imprudentes que se meten a lo pendejo”.

 El razonamiento me convence

 HAY DE ESCARMIENTOS A ESCARMIENTOS

El escarmiento como método disuasivo es tan viejo como la humanidad, para no ir tan lejos, durante la dominación colonial la iglesia católica otorgaba “indulgencias” a los  que acudían a presenciar el doloroso camino de los condenados portando el “San Benito” hacia el sitio donde serían quemados vivos y de alcanzar lugar, escuchar los alaridos en primera fila.

Los linchamientos de delincuentes a cargo de multitudes agraviadas por la delincuencia son clara reminiscencia de esta etapa.

La brutal lógica del escarmiento inspiró la decapitación de los iniciadores de nuestra Independencia y la exhibición de sus cabezas en las esquinas de la Alhóndiga de Granaditas, también la presentación al dolido pueblo de Morelos del cuerpo de Emiliano Zapata, los relatos del paso de la Revolución y de la Cristíada por territorio zacatecano están plagados de colgados de frondosos árboles y de algunos  postes de luz que empezaban a brotar. El patio del Palacio de Gobierno y el de la actual sede de la Rectoría de la UAZ alguna vez mostraron los restos de famosos ejecutados  (El charro Salvador Juárez en rectoría probablemente fue el último).

La salvaje cultura del escarmiento tiene contundente manifestación en los colgados de los puentes, las cabezas en hieleras, los cuerpos desmembrados  con los que intercambian mensajes las bandas criminales pero no surten efectos disuasivos, no sirven para detener la historia, durante los 300 años de dominio de Virreinato las conductas “herejes” continuaron, la independencia se consumó, las causas de los ejecutados siguieron vivas.

 ¿Y SI SÍ HAY QUIEN ESCARMIENTE EN CABEZA AJENA?

El escarmiento brutal nunca ha sido solución pero hay de escarmientos a escarmientos.

Si encontramos el modo de no poner punto final del episodio delictivo cuando el delincuente muere o cae preso y difundimos veraz y profusamente la secuela trágica que envuelva la vida de padres, hermanos, cónyuges, hijos y a veces hasta de amigos del delincuente, estaremos comunicando una lección de vida que si puede disuadir.

Nos encontramos el lunes en El Recreo

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