Por: Luis Medina Lizalde

Hay un debate no público en torno a las elecciones presidenciales: Se respeta el probable triunfo de López Obrador o se impide a costa de lo que sea.

Lo que antes funcionó ya no está sirviendo, las tendencias se consolidan dejando al segundo lugar muy lejos del puntero y al candidato del grupo gobernante en un tercer lugar.

Falla la estrategia de dispersar el voto de los descontentos, cada batalla dentro de la guerra sucia ha fracasado, cayó a su nivel más bajo la capacidad de influencia sobre el electorado de los medios de comunicación al servicio del oficialismo y a Meade se le tiene que mantener al frente para salvar ya no la Presidencia sino al mismo PRI.

Ya lo vivimos una vez aunque desde el lado opuesto a los que hoy viven el dilema. Me tocó formar parte de la multitud enardecida contra el fraude en el Zócalo de la Ciudad de México, cuando flotaba en al ambiente la expectativa del llamado de Cuauhtémoc Cárdenas a tomar Palacio Nacional en ese momento; Cuauhtémoc optó por la gobernabilidad y anunció la creación de un nuevo partido del que terminaría saliéndose; en 2006, Andrés Manuel López Obrador también optó por la preservación de la gobernabilidad y ofreció dar cauce a la ira mediante el plantón que alteró la cotidianidad en la Avenida Reforma para evitar reacciones incontrolables.

La decisión de robarle la victoria al PAN en Chihuahua en 1986 fue reivindicada como un "fraude patriótico”. El régimen argumentó “el peligro” de permitir que el panismo pro empresarial gobernara un estado fronterizo con los Estados Unidos, hubo resistencia democrática y el PAN recibió la solidaridad de una izquierda que jamás admitiría jugar con ellos como aliados electorales, pero que sabía cuando era cuestión de principios.

Queda para la historia la huelga de hambre de Luis H Álvarez, emblemático panista, acompañado por el ícono de la izquierda mexicana, Heberto Castillo.

DE LA NEGACIÓN A LA ACEPTACIÓN

Personalidades del mundo de los negocios como Claudio X González, empoderadas por Carlos Salinas De Gortari, son ansiosos promotores de impedir la victoria electoral de López Obrador.

Sufrieron su primer revés cuando Peña Nieto les dijo que el único camino para una alianza anti AMLO era la declinación de Anaya a favor de Meade y no viceversa, como lo proponían los barones del dinero identificados con la idea; después vino el segundo debate en dónde el buen desempeño de Meade cerró la 1 por el segundo lugar, haciendo más improbable la declinación de alguno de los dos.; se da el relevo de Enrique Ochoa por un priista de verdad, René Juárez Cisneros y se inicia un cambio de prioridades pasando a segundo término la elección presidencial para salvar al PRI en el terreno de las elecciones locales para no desaparecer, y acredita que lleva el control de la campaña poniendo a Meade como detonador de una campaña negra contra Andrés Manuel, usando como pretexto a Nestora Salgado e instrumentando a la justicia local de su natal Guerrero.

El debate soterrado en las alturas tiene ecos contradictorios, al mismo tiempo que se enfatiza el odio contra lo que AMLO representa mediante millones de bots, se aprecian signos de realismo y disposición al acatamiento al fallo de las urnas.

Televisa modera su tradicional favoritismo al candidato oficial, los empresarios, aún los cercanos al ala radical como Alejandro Ramirez, inician contacto con el equipo de AMLO, organismos empresariales y empresarios señaladamente proclives a dar consigna a sus trabajadores se manifiestan respetuosos de que voten libremente y se establecen puentes entre las organizaciones empresariales con AMLO que no existieron en las ocasiones anteriores en que buscó la Presidencia.

LA GOBERNABILIDAD, LA TAREA

Otra señal de realismo corre por cuenta de la Confederación Nacional de Gobernadores (CONAGO) toma una decisión unánime: Desplaza a Silvano Aureoles, el gobernador michoacano que recientemente desertó del apoyo a Anaya para sumarse a Meade y la totalidad de los gobernadores elige como nuevo presidente, en el tiempo político más trascendente de su historia a Manuel Velazco, cuyo abuelo participa abiertamente en la campaña de AMLO y cuyo estado registra un vuelco hacia AMLO impresionante; si buscaran los gobernadores entre su filas al mejor interlocutor de AMLO, no podían encontrar otro mejor.

Otro signo de realismo lo aporta el ex Secretario de Relaciones exteriores Ernesto Derbez, destacado panista, en su momento también aspirante a la candidatura que recayó en Anaya, dice con todas su letras que al candidato panista se le acabó el tiempo para vencer a AMLO.

La oposición reaccionó a favor de la gobernabilidad en 1988 y 2006. La élite está obligada a lo mismo por el bien de todos.

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