Por: Heraclio Castillo Velázquez

 

Transcurrió la primera semana después de una jornada electoral histórica para los mexicanos. La euforia comienza a ceder y, aunque la esperanza en un cambio se mantiene para muchos (incluyendo a quienes no votamos por el presidente electo), poco a poco advertimos pequeños detalles que nos hacen repensar el rumbo que podría tomar el país, como cuando uno se enamora y con el tiempo dejas de idealizar gradualmente a la persona amada para verla en su verdadera dimensión, con virtudes y defectos que motivan una reflexión.

 

Andrés Manuel López Obrador aún no asume la Presidencia de la República y desde ya está bajo el escrutinio público, con muy altas expectativas después de una votación como no se había visto en la historia de la democracia en México. Lo mismo ocurre con los miles de representantes populares que fueron favorecidos durante la pasada contienda, independientemente del partido político por el cual fueron postulados.

 

Lo cierto es que unos y otros se enfrentarán a circunstancias distintas que nos obligan a pensar en la necesidad de cambiar los periodos en los que asumirán sus cargos. Me explico: AMLO asumirá su mandato hasta diciembre, en plena discusión del paquete económico para el 2019, y estará en posibilidades de tomar las decisiones pertinentes para comenzar su administración con el pie derecho.

 

Sin embargo, esto no ocurrirá con los demás representantes populares, pues la mayoría asumirá sus cargos tres meses antes de concluir el 2018, con presupuestos ya etiquetados y asignados, con muy poco margen para ofrecer resultados desde el primer trimestre, aunado a la posibilidad de que encuentren sus respectivas administraciones (en el caso del Poder Ejecutivo a nivel estatal y municipal) con finanzas en números rojos que les impidan arrancar con sus respectivos planes de desarrollo.

 

La expectativa será alta por parte de la ciudadanía, pero ¿cuántos serán conscientes de esta circunstancia que podría limitar “el cambio”? Sin olvidar que hacia el último trimestre de cada año se prevé que continúen algunos de los proyectos emprendidos por las administraciones salientes, como está programado en sus programas operativos.

 

¿Hasta dónde tenemos certeza de que se dará seguimiento a estas acciones o si serán suspendidas, independientemente del beneficio o perjuicio para la población?, ¿no sería más conveniente que las administraciones iniciaran a la par de cada ejercicio fiscal y no a medias?

 

Hay quienes ya han ofrecido un adelanto de las primeras acciones en las que habrán de concentrar sus esfuerzos, incluso el presidente electo presentó meses antes su propuesta de gabinete (en lo personal, desconozco a muchas de las figuras que lo integrarán; me di el tiempo de analizar sus propuestas para cada área y, aunque en algunas no estoy de acuerdo, en otras me parece que darían un giro positivo al país).

 

No obstante, me llaman la atención algunas reacciones entre la ciudadanía (incluyendo a quienes votaron por el presidente electo) en torno a ciertos hechos dados a conocer durante la semana que recién termina: los gasolinazos continuarán, aunque ahora se llamarán de otra forma; algunos candidatos que pocos creían posible que llegaran a ser electos y otros más que hicieron repensar qué tipo de perfiles elegimos al momento de votar (casos “Lady Champaña” y “El Mijis”) o por los cuales dejamos de votar (casos Purificación Carpinteyro y Pedro Kumamoto); las perspectivas desde las que vemos la figura de “primera dama”; las reacciones de ganadores y perdedores en esta contienda; la civilidad (o falta de) entre la ciudadanía luego de los resultados de la contienda, los contrastes entre Olga Sánchez Cordero y Mondragón y Kalb en torno a la marihuana, pero considerados en un mismo equipo; los llamados a ser buenos ciudadanos, corresponsables con el gobierno, cuando han tenido toda una vida para serlo (¿por qué ahora sí y antes no?)…

 

En fin, numerosas reacciones de todo tipo que nos hacen ver la diversidad de opiniones e ideologías que enriquecen la democracia… o la vuelven complicada. Pero de todo esto, destacaría principalmente el papel que jugaron las instituciones, en especial el INE, y a los ciudadanos que contribuyeron con su esfuerzo al desarrollo de la jornada. Gracias a ellos hoy tenemos nuevos representantes populares. Son los héroes anónimos que hicieron posible un México democrático y participativo (al menos en esta elección).

 

En mi caso, me quedo con el beneficio de la duda sobre los nuevos representantes populares. No sería correcto juzgar y exigir resultados cuando ni siquiera han tomado posesión de sus respectivos cargos. Y por mucho que desate polémica la integración del gabinete presidencial, hasta que no sea un hecho viviremos en especulaciones. Una vez que ocurra, hay que ser críticos, sí, como debimos ser con las administraciones anteriores. Al tiempo.

 

PD: Una disculpa por la ausencia durante los últimos dos meses. Retomamos nuestra colaboración semanal para Colmena Informativa en espera de que contribuyan a reflexionar sobre la vida pública de nuestro país y nuestro estado.