Por: Heraclio Castillo Velázquez

En el campo zacatecano a menudo hay noticias buenas que cuentan mucho, pero no tienen la difusión necesaria. Fíjese que apenas hace unos días el INEGI publicó la actualización de las estadísticas de sacrificio de ganado y en Zacatecas parece que vamos por buen camino, a tal grado que de enero a noviembre del 2017 se tuvo una derrama económica de 658 millones 325 mil pesos por esta actividad, unos 87 millones de pesos más que en el mismo periodo del 2016.

Uno pensaría que todo se debió a una mejora en la producción de carne en canal de ganado bovino, que sí la tuvo, pero resulta que en el último año el mayor incremento fue en el ganado ovino, de poco más del 30% y hasta hubo un aumento de más de 1 mil 200 cabezas en ese periodo, lo que se tradujo en una derrama de 4 millones 711 mil pesos.

Las buenas noticias también llegaron para los productores de ganado bovino, por supuesto, y esto significó una producción por más de 438.2 millones de pesos (unos 66.4 millones de pesos más que de enero a noviembre del 2016). Usted recordará que a principios de diciembre un grupo de tablajeros del rastro capitalino se manifestó en contra de la demolición de este inmueble y argumentaban que, contrario a lo dicho por las autoridades, se había incrementado el sacrificio.

Aunque las cifras del INEGI nos ofrecen un panorama global del estado, no solo del caso de la capital, sí nos muestran que los tablajeros tenían razón en el aumento de cabezas sacrificadas: de ganado bovino fue del 18.1% en el último año; ganado porcino, 4.1%; y ganado ovino, 30.2%, mientras que del ganado caprino es el único que se redujo un 6.8% en el último año.

Y aunque la dinámica en general parece positiva, nos enfrentamos a programas federales que incentivan el sacrificio en rastros con certificación TIF, con calidad de exportación, además de fomentar los servicios metropolitanos debido al crecimiento de las manchas urbanas. La demolición del rastro capitalino estuvo inmersa en una gran polémica, lo cierto es que se abrió la oportunidad de tener un rastro con servicio para la zona metropolitana Zacatecas-Guadalupe gracias a un recurso extraordinario por más de 10 millones de pesos.

Más allá del costo político que esta decisión pudo acarrear, pensemos si las “nuevas” instalaciones (nuevas entre comillas, porque solo se amplían las instalaciones del Rastro Municipal de Guadalupe) podrán atender la demanda de los más de 300 mil habitantes de la zona conurbada que adquieren el producto en los grandes centros comerciales, los cuales compran la carne certificada en otros estados ante la falta de producción local con dichas características.

Desde la Secretaría del Campo (Secampo) parece que hacen su tarea de forma integral, pues además de incentivar este tipo de rastros, acompañan a los ganaderos mediante diferentes programas en conjunto con la Federación y los municipios, ya sea con la entrega de baños garrapaticidas, la entrega de aretes (más para evitar el abigeato) o la gestión de certificaciones para exportación de ganado en pie, por mencionar algunas acciones.

La reducción en el número de cabezas de ganado caprino también se ha visto compensada en las últimas semanas con el Proyecto Estratégico de Seguridad Alimentaria (PESA), mediante el cual se hace entrega de vientres a productores con vocación ganadera a fin de recuperar el hato de esta especie, sin olvidar los corrales de manejo para seguir incentivando la actividad.

Claro está que nos enfrentamos a un constante incremento en el precio de productos de la canasta básica, del cual no está exento la carne, aunado a la dinámica de consumo que se reduce considerablemente en el periodo de Cuaresma. Si el gobierno impulsa una estrategia integral para el rescate de la producción para autoconsumo en zonas rurales, queda a deber en las acciones a emprender para fomentar el consumo en zonas urbanas, pues en mucho depende del ingreso de las familias. Esperemos tener buenas noticias pronto.