Por: Eva Gaytán
Tengo la fortuna de haber logrado encontrar en la red amistades (mujeres y hombres) conscientes de lo que significa el acoso; en la vida real, lamentablemente, tengo amistades (mujeres y hombres) que aún creen que si una mujer es víctimas de acoso es responsabilidad de ella, “por hacerle jalón”, “no darse a respetar”, “vestirse como una cualquiera”.
Esta última es la que más me llama la atención, porque yo me visto como una cualquiera, una mujer cualquiera que piensa que nadie en el mundo tiene derecho a acosarla, violarla o matarla a causa de su ropa.
La semana pasada fue una las más terribles que he podido ver en mi estado en materia de acoso, porque conocí gracias a los medios de comunicación el inicio de una repugnante actividad como lo es el acoso y uno de los probables finales de estas supuestas historias de amor.
Una niña de 14-15 años es acosada así con toda la fuerza y significación de la palabra por un hombre de 35-36 años, un medio, Zacatecas 3.0 decide justificar esta porquería señalando que se trata de un enamoramiento; sin embargo decide omitir el nombre de la autora (sí, lo escribo en femenino) y retira las edades de los “implicados”.
Esto es una estupidez, no se puede pensar que en estas edades se hable de amor de parte de un hombre que evidentemente está demostrando que se trata de un trastorno no tratado, que de pilón es un delito.
Justificar este tipo de actos es ser cómplice de todo lo que a futuro ocurra a una mujer; sí, así lo digo: a una mujer, cualquier mujer; pues al momento de creer que un acoso merece ser tratado con la etiqueta del amor se forma parte de este delito, minimizando un acoso se potencializa la posibilidad de que los desenlaces sean mortales.
Esta justificación no sólo ocurre en ese medio, lo pongo como ejemplo porque en mi muro personal lo había tratado pero esto ocurre en todos lados, en bromitas idiotas que se escriben en redes sociales, en comentarios misóginos en una noche de copas con amigos, en miradas lascivas hacia mujeres y niñas cuyo único error es caminar por la calle.
A mitad de semana una niña de 15 años transitaba en un camión en la condesa, el chofer a pesar de notar que sólo ella quedó en el transporte, se siguió derecho, cambiando la ruta establecida. Ella reaccionó y pidió bajarse de inmediato, fue atendida y se detuvo apresurándola a descender.
A unos pasos de donde fue abandonada por el rutero unos sujetos la corretearon y le robaron su bolsa, mochila y teléfono celular. Alcanzó a meterse a una tienda y alguien ahí le prestó el celular para marcarle a su madre (una querida amiga). Eran las 3 de la tarde. Mientras la correteaban nadie la ayudó, a pesar de que había muchas personas en el pequeño tramo por el que iba.
Al final de la semana (el viernes) una niña de 16 años iba a la escuela a 6:30 de la mañana, no sé cómo fue, no sé desde cuándo el animal que estuvo asechándola la había acosado, no sé si ella lo había notado, no sé si lo platicó y alguien creyó que era amor.
No sé nada de lo que haya ocurrido, pero sé que su madre la reportó desde temprano como desaparecida, los amigos y algunos maestros compartieron publicaciones en Facebook buscándola.
El sábado la encontraron muerta en un canal de aguas negras. Ahí la aventaron demostrando que el acoso en verdad tiene consecuencias funestas, que nos repugnan y hieren.
El sábado que la encontraron lloré de impotencia, de odio, rencor y asco hacia uno o no sé cuántos “hombres” que se sintieron con la fuerza y el derecho de arrebatarle la vida a una niña cuyo futuro pudo haber sido una de las partes que mejoraran este mundo que día a día está más podrido.
Sentí asco de quienes aún creen que el acoso es un asunto de amor.
Y desee tener el poder de detener a las sabandijas que se asumen como reyes y señores en el mundo.
No. Así no debe ser el amor. Así no debe terminar una vida. Así no debe ser justificado un acoso.
No. No debe haber padres en el mundo que pierdan a sus hijas e hijos a causa de seres malvados y perversos que van por vida lastimando y matando sueños.
Odio que Cinthia Nayeli falte hoy por primera vez a sus clases y que sus amigas y amigos ahora estén llenos de miedo.
Odio que sus padres sufran la muerte una niña que comenzaba a vivir.
Odio que haya estúpidos juzgado a la niña por probablemente haber hecho “jalón” y a los padres que sufren hoy la ausencia de su hija por no haberla acompañado; cuando realmente los culpables están libre y quizá asechando a una nueva víctima. No, ella no es responsable de su muerte. No, sus padres no son responsables de su muerte.
¡Ya basta!
Ellas son las víctimas dejen de seguir torturándolas con sus malditas palabras podridas.
Por favor, dejen de creer que seguir obsesivamente a una mujer es amor y dejen de creer que morir en camino a la escuela es responsabilidad de las víctimas.
¡Ya basta!
¡Por favor, ya basta!