Por: Heraclio Castillo Velázquez

 

Apenas la semana que recién terminó el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI) dio a conocer los resultados de la Encuesta Nacional Agropecuaria (ENA) 2017 que nos ofrece un panorama actualizado (y más preciso en algunos indicadores) sobre la dinámica en el campo mexicano, luego de que la última encuesta disponible era la correspondiente al 2014.

 

Más allá de la información que ya se ha difundido por diversos medios, me di a la tarea de consultar los tabuladores donde con frecuencia encontramos esa especie de “oro molido” que tanto buscan los analistas y me centré en ciertos indicadores que nos hablan de otra realidad en el campo zacatecano.

 

Uno de los primeros datos que llamó mi atención fue la integración de los hogares de pequeños y medianos productores. A nivel nacional tenemos que solo 1 de cada 4 están encabezados por un productor o productora, mientras que el resto corresponde a meros trabajadores; en Zacatecas la proporción es ligeramente mayor, de poco más del 27 por ciento.

 

Sin embargo, en el caso de los hogares zacatecanos, cerca de la mitad (el 47%) están encabezados por un productor hombre, mientras que un reducido 6.13% corresponde a hogares encabezados por productoras. Del total de residentes, los hombres son mayoría con el 51.66%, aunque la dinámica frente a la mujer es muy diferente desde varias perspectivas que deberían preocuparnos.

 

No es una novedad el hecho de que el campo zacatecano ha envejecido, pues la mayor proporción de productores se concentra en un rango de 46 a 60 años de edad. Por sexo, tenemos que el mismo rango de edad se mantiene con la mayor proporción (37.78%) para el caso de los hombres, mientras que en las mujeres productoras el rango se concentra entre los 61 y 75 años (36.91%).

 

Si desmenuzamos la integración de los hogares de pequeños y medianos productores zacatecanos, tenemos que solo en 2 de cada 5 (39.97%) existen esposas viviendo en estos hogares, mientras que solo en el 1.95% de los hogares habita un esposo, lo que implicaría que son las mujeres las que sacan adelante a sus familias, en especial cuando se encuentran en un rango entre los 75 a 85 años y 26 a 45 años de edad. Las cifras a nivel nacional no distan mucho de la realidad de Zacatecas.

 

Por nivel de escolaridad, para el caso de los productores zacatecanos, el 57.47% de los productores hombres tiene al menos estudios de primaria, una proporción mayor al 46.% de las productoras. Una dinámica similar se observa en el resto de los integrantes del hogar, donde el 41.84% de los hombres tiene estudios de primaria, frente al 39.12% de las mujeres.

 

No obstante, al revisar a detalle estos indicadores, encontramos que para el caso de las mujeres hay una tendencia a un mayor grado de escolaridad cuando se trata de las hijas, pues al menos 1 de cada 4 (25.17%) cuenta con estudios de preparatoria o bachillerato, mientras que el 31.57% de los hijos varones apenas llega a la secundaria, la mayor proporción de escolaridad en los hijos varones. Sin embargo, la inequidad se acentúa cuando se trata de otros grados de parentesco.

 

Esta inequidad también se observa en los indicadores sobre la contratación de mano de obra y el pago de jornales, pues a nivel nacional solo el 14.9% de las unidades de producción han contratado a mujeres, quienes laboran un promedio de 31 días, con un jornal de 7.34 horas y un pago de 166.6 pesos por jornal, mientras que los hombres laboran un promedio de 24.5 días, con un jornal de 7.20 horas y un pago de 167.84 pesos por jornal.

 

En suma, las pocas mujeres empleadas en labores del campo trabajan más días, por más horas y por un salario menor frente a los hombres. A ello se suma lo que llaman “doble jornada”, pues como ya vimos, son las mujeres las que sacan adelante a la mayoría de los hogares en el campo zacatecano, lo que implicaría atender no solo la parte laboral, sino la doméstica por sí mismas.

 

A este escenario habría que agregar muchos otros indicadores que nos dan cuenta de una (muy) difícil situación para las mujeres en el campo, con un mayor rango de edad para las productoras, pero con menos herramientas para gozar de certeza jurídica sobre la tenencia de la tierra, lo que limitaría en gran medida el acceso a programas gubernamentales para mejorar su producción.

 

¿Qué políticas públicas se han emprendido para revertir esta situación?, ¿cuáles son las propuestas de la administración entrante para abatir esta problemática?, ¿hasta cuándo entenderemos la importancia de aplicar una perspectiva de género para atender las distintas problemáticas de nuestro país y nuestro estado? En medio de estos indicadores, hay uno que ofrece un rayo de esperanza: el mayor grado de escolaridad en el caso de las hijas. Ojalá que este primer paso se replique hacia otros indicadores. Al tiempo.