Por: Ernesto Moreno
A pocos días de haber sido testigos y partícipes del proceso electoral 2018, hay una cosa que quedó clara tras los resultados que se obtuvieron en dicho proceso, la democracia mexicana tiene espacio para las distintas formas de pensamiento y para los diferentes proyectos que aspiran a dirigir la vida pública de México.
Con el triunfo de la izquierda en México, ya podemos afirmar la presencia de una mayor consolidación de nuestra democracia, al tratarse de un resultado único en la historia de las elecciones mexicanas. Quizá lo que más ha resaltado después del mencionado proceso han sido dos puntos principales: el primero, la gran movilidad del virtual presidente Andrés Manuel López Obrador, quien ha demostrado disposición de trabajo desde los primeros días de resultar ganador y que continua arduamente hasta la fecha; el segundo aspecto, la gran controversia y enojo que ha generado el triunfo de la izquierda en México, principalmente en los simpatizantes y seguidores de diferentes fuerzas políticas.
Respecto al primer punto, es de reconocerse que desde el primer día después de las elecciones se ha visto al virtual presidente de México trabajando para poder asumir las riendas del país en un proceso de transición que denota, orden, visión, liderazgo, pero, sobre todo, que ha logrado sembrar nuevamente en la conciencia de gran parte de la sociedad mexicana algo que se ha ido perdiendo tras el paso de diferentes administraciones, la esperanza. Las difíciles etapas por las que ha atravesado el país dejan en claro que los anteriores proyectos de nación han resultado erróneos o no han sido aplicados de forma correcta. Esto se demuestra con el descontento social y las problemáticas que siguen aquejando a México y que cada vez más aumentan y nos mantienen en un estado de incertidumbre. Es así, que, con la llegada de un proyecto aparentemente diferente, la sociedad mexicana, ve en este una oportunidad de por fin hacer frente a las problemáticas comunes y que siempre han aquejado al pueblo mexicano.
En lo que se refiere al otro aspecto, es desalentadora y decepcionante la postura de las personas que no comulgan con el proyecto que obtuvo la victoria en dicho proceso electoral, demostrando incluso unas ganas de que a México le vaya mal para demostrar que la ciudadanía mexicana se ha equivocado. Reclamando, además, el incumplimiento de las propuestas por parte del presidente electo, a cinco meses de que tome posesión en el cargo. Sin asumir una posición crítica respecto a la administración actual, dejándose llevar por pasiones partidistas que en este momento no benefician ni aportan nada para la situación actual del país. Pregonando también un orgullo partidista, con argumentos que se construyen más con el ataque que con la demostración de hechos.
Entre si estamos de acuerdo o no con el próximo nuevo gobierno, es evidente que México ha reclamado un cambio, en espera de que, con esta transición, se mejoren las condiciones de la sociedad mexicana. Así mismo, es importante resaltar que todos y cada uno debemos asumir nuestra responsabilidad como mexicanos en este próximo proceso de transición, para que el mismo se lleve a cabo de la mejor forma posible, y así poder dar cumplimiento a las polémicas propuestas que tanto ruido han hecho en el país, en sentido tanto positivo como negativo. Asumiendo una actitud crítica y propositiva estaremos condiciones de repensar buenos tiempos para México, al que queremos mucho y queremos bien.