Por Dionicio Llamas Belmares

Desde el término de la segunda Revolución Industrial (1850-1918) la demanda de energéticos a nivel mundial comenzó a aumentar vertiginosamente de la mano con el avance tecnológico que permitió construir sociedades y modelos de producción basados en el uso de energías proveniente de los hidrocarburos, que son más baratos y más eficientes, aunque muy contaminantes.

Entrado el siglo XX, Lázaro Cárdenas del Río, al expropiar la industria petrolera entendió la necesidad de que el avance tecnológico de la época y el desarrollo de una industria nacional propia, sólo se alcanzaría si el Estado tuviera la rectoría de la riqueza petrolera, por lo que, el desarrollo nacional no estaría supeditado en gran medida, a intereses de potencias extranjeras.

En ese contexto, durante muchos años México contó con una empresa estatal que garantizaba el abastecimiento de todos los derivados del petróleo de manera eficiente. Petróleos Mexicanos (PEMEX) contribuyó al desarrollo nacional y a las finanzas públicas, con el dinero, fruto de la ganancia de la exportación del crudo, se lograron financiar importantes proyectos de infraestructura, y también, se tuvo un aumento significativo en el gasto corriente, aquel que se destina a salarios de la burocracia y demás prestaciones.

Como es por todos conocido, las políticas neoliberales que fueron implementadas en PEMEX, se pueden resumir en tres puntos importantes. El primero, como dogma de los principios neoliberales, las naciones y sus respectivos Estados no pueden intervenir en la economía, es así que tener una empresa pública que sea de utilidad para el desarrollo nacional va en contra de los principios neoliberales, por lo que, se tenía que sacar a PEMEX del monopolio de la producción y venta de hidrocarburos; el segundo punto, al no haber empresa estatal, deben de ser los privados quienes se hagan cargo de la producción y venta de dichos hidrocarburos; como tercer punto, tampoco los empresarios o el capital mexicano debía tener gran peso en dicho sector económico sino el capital extranjero, principalmente estadounidense, lo cual también tiene por objetivo, asegurar la independencia energética de  nuestro vecino del norte.

Dicho de otra manera, el proyecto neoliberal trató, medianamente con éxito, asegurar la independencia de hidrocarburos de los Estados Unidos utilizando nuestros recursos naturales sin que ello significara mayores beneficios para México que teniendo nosotros la rectoría de dichos recursos.

Por estos motivos, durante décadas, vimos como gobiernos trataron de ahogar financiera y técnicamente a PEMEX y, cuando casi estaba completo el desmantelamiento, se aprobó una reforma a la Constitución que permitía la participación de privados extranjeros en el mercado de los hidrocarburos; esto significó una pérdida tanto para las finanzas del país como de soberanía energética, y es precisamente que, al ya no tener los ingresos que PEMEX reportaba por ser la empresa única que podía extraer y producir hidrocarburos, los gobiernos neoliberales tuvieron que implementar los impuestos a la gasolina con los cuales ahora el gobierno depende de ellos para funcionar.

Es de gran importancia la labor del gobierno actual por rescatar a PEMEX, el rescate significa recuperar nuestra independencia energética, depender del exterior para abastecer la demanda, no sólo de gasolina, sino de todos los derivados (aceites, detergentes, textiles, plásticos, medicinas, etc) es un grave error, solo imaginen que el gobierno de nuestro principal proveedor de dichos derivados ordene a sus empresas no venderle a México, se originaría un caos que pondría en riesgo a toda la población.

También si se rescata a PEMEX del abandono, con honestidad y eficiencia, puede a volver a ser una empresa que obtenga ganancias, mismas que sirvan, por un lado, aliviar la justa demanda social de bajar el precio de las gasolinas, para que los consumidores no sean quienes tengan que sostener las finanzas públicas del país, y por el otro, que se inviertan en financiar la reindustrialización del país, la transición energética a energías no contaminantes, y hacer de México una potencia en el desarrollo científico, tecnológico y de innovación.

Para llegar a esos objetivos el camino será largo y se tendrán que hacer sacrificios, ya que la situación que dejaron gobiernos pasados es terrible, pero nosotros acompañando al gobierno, podemos recuperar la soberanía energética de nuestro país y que ello abra la posibilidad de tener un futuro mejor para todos.