Por Eva Gaytán

Les voy  a contar algunas historias, con las que necesito tengan mente abierta y comprendan lo difícil que debe ser para los hombres vivir en un mundo donde las mujercitas han decidido dejar de quedarse calladas.

Es lamentable, porque con eso de que las “viejas” se alebrestan,  hacen lecturas que de alguna manera generan una especie de urticaria testicular, por eso en miles de ocasiones los “pobres” hombres tienen la obligación de explicar a las damiselas el error en el que incurren.

Por mis empleos, regularmente envío solicitudes de amistad a personas que forman parte de las redes sociales de mis amigos en la vida real; por lo regular veo que haya intereses en común.

Este chisme de las redes sociales y el mundo “virtual” se han convertido en un medio de comunicación indispensable y poderoso, y por mismo en un difusor de los quehaceres de quienes en una medida quizá microscópica, trabajamos en estas anchetas.

En fin, entre mis solicitudes enviadas recibí respuestas interesante que aparte de hacerme reír, quizá por enfado, me dieron la oportunidad de comprender lo “mal” que la pasan ciertos caballeros acostumbrados a tener siempre la razón.

Ejemplo uno:

Un sujeto, supuesto trabajador de la Secretaría de Educación, por lo que entiendo es maestro y habita en un municipio de nuestro estado junto con su esposa.

De inmediato aceptó la solicitud de amistad y se mostró bastante amable, me pregunto por in box a qué me dedicaba y yo, sin más le envié el link de mi trabajo, no sé si lo vio, pero aun con eso me dijo que le gustaba el trabajo de los medios.

Esa fue toda la conversación.

Días después, el señor envía un mensaje en inglés, por cierto mal escrito (me hubiese gustado decirle: “Eh compa, incluido el español, hablo seis idiomas”, pero ¿pa’ qué presumir? En su mensaje, me decía que estaba en Zacatecas y que tenía una casa en El Dorado. Eso era todo.

Supongo que yo debí portarme como una buena mujer y salir corriendo a hacerle sexo oral, pero pues no, ya ven que soy medio malvada.

Después de eso me envío otro mensaje “Invítame a cenar… jeje (sic)” y siendo yo tan grosera como soy contesté “Ah Chingaaaaaaa”.

Ustedes no creerán que el sujeto se dio por ofendido, parece que soy una vulgar que no sabe tratar a un hombre “anticuado” como él, (sí, así se definió) incluso explicó lo que yo debería contestar ante esos casos y a la letra es esto: “Yo esperaba que me dijeras así, invítame tu, y te la considero. O te la acepto. O simplemente invítame tu” (sic) porque ustedes no lo saben lectores, pero “hay cortesías”.

Por supuesto que cuando le expliqué que estaba tan equivocado explicó que sólo tenía interés a que yo lo invitara a mi programa, supongo que por eso era necesario que me informara de su casa en el Dorado.

Ejemplo Dos:

Un sujeto queriéndose hacer el gracioso me mandó un meme bastante estúpido de los sismos, sin ningún mensaje, sólo lo mandó y de inmediato contesté: “no me parece ni apropiado ni gracioso, no sé qué tengas en la cabeza, pero deseo con todas mis fuerzas que te hayas equivocado de persona al momento de enviar” su respuesta fue, “si, a mi también me pareció muy feo” (sic).

Ejemplo tres:

Una amiga de quien respeto sus opiniones e inteligencia publicó en su muro de Facebook una crítica hacia una publicidad visiblemente sexista, por ello un  “pobre hombre indignado” por la lectura de mi amiga decidió “debatir” con ella la lectura que la malvada mujer realizó.

Es gracioso, porque el asunto ocurrió hace algunos días y él sigue metido en eso.

Según entiendo le molestan las lecturas con perspectivas de género.

Ejemplo Cuatro:

A la escuela de mi hija llegó un practicante de historia, muy joven según mi escuincla, éste estaba ofendido porque escuchó a una niña decir “güey” y su enojo es porque las mujeres no deben hablar así, esas palabras sólo las tienen que decir los hombres.

Además de eso, en un tema de trabajo mi hija y otros niños le intentaron explicar que el método que iba a usar para una actividad no era el correcto (es verdad, si alguien quiere saber detalles se los cuento) el practicante les dijo: “ustedes no saben nada y yo sí, así que aunque no les guste lo hacen” al final no sirvió esa postura y tuvieron que hacerlo como los chamacos decían.

Son situaciones distintas, pero en verdad es lamentable la forma en que se conducen algunos hombres frente a una actitud que sin causarles afectación en sus vidas y sí mejoras en el pensamiento del grueso poblacional, deben poner siempre su marca de rechazo.

Realmente siempre he pensado que debe ser cansadísimo ser un hombre con una mentalidad tan limitada, porque tienen que estar luchando por demostrar que siempre tienen la razón aun cuando saben que no la tienen y aun cuando el tema que se trate en nada les atañe, y que asco ser un hombre que va por la vida creyendo que si una mujer les saluda es porque todas somos damiselas hermosas y gentiles que ante la cualquier muestra de interés infundado sólo podemos agradecer las atenciones con sexo oral o con esclavitud eterna.

¡No manchen!