Por Heraclio Castillo Velázquez

Comer es uno de los mayores placeres que tenemos en la vida y cuando se trata de comida mexicana nos ponemos de manteles largos para ofrecer nuestra mejor carta al mundo. Nuestra diversidad gastronómica nos coloca entre los países con mayor riqueza y variedad de platillos, muchos de los cuales representan la fusión de culturas, que para eso los mexicanos somos especialistas.

Hace unos días, durante la presentación del Primer Festival de la Paella en Guadalupe, platicaba con Víctor Legaspi, presidente de la Cámara Nacional de la Industria Restaurantera y de Alimentos Condimentados (Canirac) en Zacatecas, sobre la posibilidad de tirarle a algo grande en materia gastronómica con un evento llamado Festival del Gordo.

Como que me dio la impresión de que en ese momento cruzó por su mente la imagen de una exhibición tipo carnicería con personas con obesidad mórbida en grandes vitrinas de cristal o recostadas sobre camas de lechuga. Pero la idea es muy diferente. Ya hemos visto el éxito que han tenido festivales como el del taco y la gordita; el de la tostada; el de la paella; el del queso, pan y vino, entre otros tantos que se han realizado en Zacatecas.

Ahora imagínese un magno evento en el que participen todos (o la mayoría) de los empresarios del sector de alimentos y bebidas en el estado, con un pabellón de comida típica zacatecana, uno de antojitos mexicanos, uno de cocina mediterránea, uno de cocina oriental, uno especialmente para veganos y vegetarianos, uno de cocina latinoamericana (tenemos tantos migrantes de centro y sudamérica), uno específico de pescados y mariscos o de hamburguesas (ya tenemos una amplia oferta restaurantera en ambos casos), entre otros.

A esos súmele un pabellón de cervezas artesanales (incluyendo una exposición de las grandes cerveceras), de postres elaborados en Zacatecas, de los nuevos productos que se van desarrollando a partir de la tuna, el nopal, la miel, el agave y otros productos de la región, así como una gran variedad de quesos y panadería tradicional del estado. ¿Verdad que hasta se le hizo agua la boca?

Y hasta se podría incluir un programa académico sobre la cultura gastronómica en México y específicamente en Zacatecas, incluyendo referencias históricas de cómo ha evolucionado la cocina mexicana desde la época prehispánica, pasando por la Colonia y la fusión de sabores para dar lugar a la cocina mestiza, hasta llegar a nuestros días, en una época global que no ha impedido “mexicanizar” muchos platillos de la gastronomía de otros países. ¿Y qué tal si también se organizan concursos sobre los mejores platillos por pabellón? Quizás hasta se podría premiar al más tragón…

Sin embargo, con esta propuesta siento que el sector salud pondría el grito en el cielo porque de por sí en México vamos por el primer lugar en el mundo en obesidad (si no es que ya alcanzamos ese lugar), aunque la alternativa sería incluir a los Servicios de Salud de Zacatecas (SSZ) y al Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS) con módulos para la revisión del peso y brindar asesoría nutricional a quienes tienen algún problema de obesidad, sin olvidar que podría haber algunos stands para promover la inscripción en gimnasios locales, además de brindar pláticas sobre cómo llevar una vida saludable sin descuidar el gusto por la comida.

Seamos sinceros, los festivales gastronómicos que se han realizado en Zacatecas, aunque han arrojado buenos resultados, principalmente con la derrama económica, no atraen mucho turismo que digamos, pero si se organiza un Festival del Gordo, sería como el Disneylandia para la gente de buen colmillo y se pondría a Zacatecas nuevamente en el mapa nacional. ¿Dónde más podrían encontrar la mejor gastronomía si no es en Zacatecas? Nomás hay que tirarle a algo grande y arriesgarse un poquito. Cuando Enrique Flores anunció el Guadalupe Adventur en La Zacatecana muchos dudaron de que acudiera gente y al final hubo una afluencia de más de 35 mil personas en un solo día. ¿Verdad que sí se puede un Festival del Gordo?