Por Luis Medina Lizalde 

La descomposición social se gestó durante décadas y no es posible revertirla de la noche a la mañana, las variadas formas de violencia machista, la prostitución forzada y los feminicidios, el creciente consumo de drogas, el alcoholismo y la admiración social  a los violentos y la normalización de la disfuncionalidad en los hogares son la manifestación del colapso de la escala de valores cohesionantes. En tal contexto se conoce la reiteración del anhelo de empresarios de radio y televisión en que los tiempos de estado deben reducirse  a lo que el Presidente responde con un mensaje que alienta esas expectativas al señalar que “Un Gobierno democrático no necesita propaganda” lo cual siendo cierto, no debe traducirse en la continuidad de la negligencia del estado en la materia.

En la medida en que se anida la idea de la legalización de la droga como elemento estratégico contra los cárteles que la producen y comercializan, los tiempos de estado deben usarse creativamente para abatir las adicciones, incluyendo las socialmente consentidas pero sumamente perjudiciales para individuos, familias y sociedad en general como son el tabaquismo y al alcoholismo, legalizar las drogas sin esfuerzos eficaces contra las adicciones puede llevarnos a situaciones peores.

La violencia en contra de las mujeres alcanza dimensiones horripilantes, no hay día sin feminicidios, violaciones y golpizas a pesar de que el discurso de equidad de género impregna todas las agendas partidistas.

El sedentarismo y consumo desmedido de bebidas azucaradas  provocan una catástrofe en salud que rebasa las posibilidades institucionales. La proliferación de la diabetes entre los mexicanos es efecto del éxito publicitario de la comida chatarra y de la degeneración del deporte en espectáculo, los tiempos de estado deben servir para difundir datos, historias de vida y mensajes de aliento a la actividad física en aras de la salud.

El debate democrático es enturbiado por las patologías políticas que alberga la sociedad contemporánea, las redes dan cuenta de expresiones de odio de corte político e ideológico, muchos se muestran incapaces de sostener un intercambio de opiniones sin insultar al interlocutor, hasta ahora los perturbados encuentran su antídoto en la escena cibernética pero de seguir alimentándose la intolerancia patológica,  lo que empieza como choque verbal asimilable e inclusive para algunos divertido, puede terminar en choque físico en el espacio público.

 Los tiempos de estado deben ponerse al servicio de la educación masiva para la convivencia democrática cimentada en el respeto al pensamiento distinto.

El  gobierno debe  usa los tiempos de que dispone  para educar, prevenir, alertar y reafirmar  valores, así, los tiempos de estado no solo deben conservarse sino incrementarse.

     MÁS NEGOCIO QUE SERVICIO 

No son suficientes los tiempos oficiales  para contrarrestas los estímulos comunicacionales a la descomposición social, el Chapo cayó víctima de su rentabilidad para el cine, radio y televisión, Kate Del Castillo y Sean Penn lo buscaron por la minita de oro que les representaba. La base social desarrollada en torno a los cabecillas más escenográficos es efecto del lucro mediático que esparce el ideal de vida saturado de lujos y de bellas.

Fruto también de la búsqueda del lucro mediático es la alcoholización y tabaquismo de nuestra sociedad,  la mujer reducida a la condición de objeto sexual no es ajena al negocio de los medios ni los nocivos hábitos alimenticios ni a la sedentarización de la vida cotidiana. Si  el régimen ha sido históricamente omiso de sus deberes para que no se diluya la responsabilidad social de los medios de comunicación es porque los gobernantes en turno piensan  en ellos, no en el interés general, la #Cuarta Transformación traicionará su cometido si no asume lo conducente conciliando libertad con responsabilidad social como lo hacen las democracias más prestigiadas. 

El Presidente López Obrador enfrenta lo urgente junto con lo importante,  cada cambio afecta poderosos intereses, la nueva estrategia de seguridad, la reorientación del presupuesto, la cancelación de atracos en despoblado llamados “condonaciones fiscales”,  fin del infame negocio de la facturación falsa, son temas en torno a los cuales hay una persistente labor de desinformación, lo que vuelve indispensable hacer de los denominados medios públicos (Notimex incluido) bastión de comunicación democrática y del  periodismo ajustado a los cánones internacionales.

  OTRO MÉXICO        

El viernes 8 del presente, Rafael Bolio, piloto del vuelo 553  de Aeroméxico a Yucatán le pidió por altavoz al Presidente de México que construyera el nuevo aeropuerto en el lago de Texcoco, algunos pasajeros  aplaudieron otros no, al llegar a su destino, el Presidente y el piloto se despidieron con un apretón de manos y la frase presidencial: “Santa Lucía” .

Un piloto que expresa su opinión diferente .

Un Presidente respetuoso de la libertad.

Y todavía  algunos virulentos  lo llaman dictador.

Nos encontramos el viernes en Recreo 

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