Por: Luis Medina Lizalde 

Dentro de los cambios relevantes que están pendientes, uno tiene que ver con una actualización de la regulación de la actividad comunicacional. Lanzar de gritos cada vez que se habla de eso es ser rehén de la ignorancia, la actividad comunicacional siempre ha estado regulada pero el contenido concreto de dicha regulación es cambiante por diversas razones.

 

La regulación puede fortalecer o suprimir libertades, puede ser democrática o autoritaria, pero oponerse a toda regulación de medios en nombre de la libertad es tan absurdo como ver en la instalación de semáforos un atentado a la libertad de tránsito.


En las últimas horas agarró vuelo una noticia deformada derivada de una intervención del Diputado Federal del Partido del Trabajo Oscar González en una asamblea de su bancada que se anunció como interna pero que se transmitía en vivo por Facebook, con una gran falta de rigor, la nota se difundió sacada de contexto al grado de decir que la #Cuarta Transformación iba por el “control de los medios de comunicación”, lo que generó una lamentable reacción del Partido del Trabajo, declarando que regular los medios no forma parte de su agenda “para este período ni en el futuro, menos dentro de la #Cuarta Transformación” agregando un descontón a su compañero diputado “Lamentamos el malentendido de un comentario sin sentido expresado a título personal” (Nota de la jornada Nacional del miércoles 28 de Agosto).


El episodio revela que algunos medios y políticos ignoran que desde que se introdujo la imprenta en la Nueva España existen regulaciones para su uso y que el régimen de concesiones es regulación, así como el artículo Sexto Constitucional, pasando por los distintos reglamentos de clasificación de películas y una abigarrada normativa que incluye disposiciones fiscales, supervisoras y de otra índole.


La propia Secretaría de Gobernación fijó postura excesivamente cauta señalando “No es intención del Gobierno limitar en forma alguna la libertad que se ejerce en los medios de comunicación” como si existiera algún país del mundo dónde dicha libertad es absoluta, sin responsabilidad social.


ESCUCHEMOS EL CLAMOR SOCIAL


Las audiencias tienen décadas exigiendo veracidad informativa y respeto a la pluralidad de ideas sin que la radio y la televisión, aunque con más frecuentes excepciones, renuncien a sesgar la información según conveniencias mercantiles; excluyen, difaman, lambisconean sin pudor alguno a quienes pagan y mientras pagan.

Soy un convencido de que mediante una Ley General de Comunicación se puede dar cauce a una realidad comunicacional democrática y fortalecedora de cada una de las libertades implicadas para beneficio de todos, de otro modo, la dispersión normativa impedirá el cambio buscado, pues si se opta por una ley federal y 32 leyes estatales el cambio anhelado se queda en el camino.


Los temas prioritarios a regular sin orden jerárquico, los siguientes: Reglas para acceder a convenios de publicidad gubernamental sin condicionamiento editorial porque eso solo sucede actualmente en el plano federal
Reglas para hacer que el derecho de réplica no sea letra muerta.


Justicia laboral para los empleados de medios de comunicación periodistas y administrativos, muchos del gremio carecen de salario decoroso, de acceso al INFONAVIT e IMSS a pesar de que se les retiene cuotas y que se les inscribe con salario inferior por conveniencia patronal, seguridad en el empleo, cláusula de conciencia etcétera.

Durante más de un siglo de comunicación mercantil han existido profesionales del periodismo que honran el oficio con su honestidad, dedicación y no pocas veces con su valentía, la profesión de informar es impactada por los saltos tecnológicos sin que se desplace el supremo valor del oficio que es la credibilidad.


De ser fenómeno circunscrito a los círculos rojos de cada época, el periodismo rompió los estrechos linderos de la élite ilustrada a las grandes masas conformando un sistema educativo informal con más influencia que el formal, haciendo indispensable la regulación para preservar el interés general de la sociedad.

 
SIN MIEDO AL FUTURO


La relación con los medios de comunicación se contaminó con intereses personales de políticos, dueños y directivos dando origen al soborno institucionalizado conocido como “chayote”.


Dicha relación gestó políticos que aprendieron a compensar su falta de méritos reales pagando por reflectores y comprando elogios


Una ley General de Comunicación que refirme libertades y derechos de públicos, empresas, funcionarios, políticos, periodistas y ciudadanos a todos nos beneficia. Gesta mejores políticos y periodistas y propicia relaciones entre ambos fincadas en el mutuo respeto, sin políticos represores ni periodistas que agreden la libertad de estar en desacuerdo con ellos.


Los periodistas que no se intimidan ante el político y los políticos que no se intimidan ante el periodista hacen democracia.

 
Los medrosos hacen bola, nunca democracia

Nos vemos el martes en el Recreo
@luismedinalizalde luismedinalizalde@gmail.com