Por: Lucía Medina Suárez del Real  

 

Algunos de quienes se estrenan hoy como oposición, dan tumbos encontrando argumentos que sostengan los “no” que a priori tienen decididos, y datos negativos urgentes que confirmen su desesperada prisa por expulsar el “se los dije” que tienen en la punta de la lengua.

 

No faltan en ello las fake news y las acrobacias verbales; pero tampoco la discriminación por joven, por moreno, por naco, o por cualquier atributo que no dé cuenta de clase y garbo entre quienes huelen a Cuarta Transformación

 

Es justo admitir que no debe ser fácil construir un discurso coherente como oposición si se piensa que el gobierno puede llevar a México a “la dictadura socialista”, al mismo tiempo que se le acusa de repetir el modelo de capitalismo de cuates solo con cambio de beneficiarios.

 

Lo mismo sucede si un día se compara al presidente con Donald Trump y al otro con Nicolás Maduro.

 

Desde el lado oficial se hace lo propio para abonar a esa situación. Hace tiempo hubiera sido difícil creer que en el gobierno federal iban a estar lo mismo  personajes como Alfonso Romo (ex defensor de los legionarios de Cristo), Esteban Moctezuma (ex secretario de Gobernación con Ernesto Zedillo) o German Martínez (ex Panista) con figuras como Paco Ignacio Taibo II, Olga Sánchez Cordero, Octavio Romero o Alejandro Encinas.

 

Los contrastes que dificultan a la oposición encontrar su cuadrante ocurren a veces hasta en la misma área de gobierno. Baste un ejemplo: quienes puedan desconfiar de Víctor Villaobos en agricultura saben que encontrarán otra visión en Victor Suárez, y viceversa.

 

Si las convicciones no son fuertes y los programas e idearios no son claros, el discurso que hilvane la disidencia no podrá encontrar rumbo.   

 

Hasta ahora los grupos empresariales, las asociaciones civiles que cabildean en el poder y los huérfanos de éste, no han conseguido encontrar el eje articulador.

 

Pero hace unos días de entre todas las voces críticas surgió una que por su propia historia podría tener claridad ideológica que les permita ser esa voz disruptiva que permita dar tirones al timón cuando sea necesario.

 

Me refiero al Ejército Zapatista de Liberación Nacional, cuya voz y experiencia bien podrían servir para jalar abajo y a la izquierda.

 

El problema es que pareciera que desde lo colectivo no se les percibe en esa posición.

 

Durante la semana pasada, ante las últimas comunicaciones del EZLN, fue notorio que son amplios los sectores que los consideran como un invento de Carlos Salinas, o bien como enemigos de otras expresiones de la izquierda.

 

Los textos de algunos de los periodistas a quienes se les considera cercanos dejan en claro que hay conciencia de que amplios sectores así les perciben.

 

Esta percepción era ya notoria antes del cambio de gobierno como queda de manifiesto en el comunicado de julio pasado cuando el EZLN rechazó que hubiera acercamientos de diálogo con el gobierno de Lopez Obrador a través del padre Solalinde: NOVENO Y ÚLTIMO: SI SOMOS “SECTARIOS”, “MARGINALES” Y “RADICALES”; SI ESTAMOS “AISLADOS” Y “SOLOS”; SI NO ESTAMOS “DE MODA”; SI NO REPRESENTAMOS NADA NI A NADIE; ENTONCES ¿POR QUÉ NO NOS DEJAN EN PAZ Y SIGUEN CELEBRANDO SU “TRIUNFO”? “ (mayúsculas del original) fuente:  http://enlacezapatista.ezln.org.mx/2018/07/17/desmiente-el-ejercito-zapatista-de-liberacion-nacional-contacto-alguno-con-amlo-comunicado-del-ccri-cg-del-ezln/

 

Pero de aquello que sonaba a indiferencia se pasó a franca oposición con el discurso del Subcomandante Moises en el 25 aniversario del levantamiento, en el que se negó mencionar a López Obrador por su nombre pero se le mencionó como “loco”, “descerebrado”, “tramposo y mañoso”.

 

Tales calificativos oídos ya muchas veces antes entre quienes pudieran considerarse de derecha, atizaron la idea de un sector del lopezobradorismo de encontrarse frente a un adversario.

 

Esta idea ya la rumiaban desde el 2006, cuando el margen que dio la victoria (haiga sido como haiga sido) a Calderón por encima de AMLO fue tan estrecho que hizo extrañar cada voto posible que se quedó fuera de las urnas

 

Esto se fortaleció en 2018 con la fallida candidatura de Marichuy de quien inicialmente se pensaba podría jalar votos que en otra circunstancia hubiera favorecido a Lopez Obrador.

 

La contundencia de los 30 millones de votos tendría que despejar esos fantasmas, de los que sí se libraron por cierto miles de votantes de Lopez Obrador, que no obstante el sentido de su voto, contribuyeron con su firma para lograr la candidatura de Marichuy por considerarla digna y necesaria.

 

Nada de eso tendría que importar si de lo que se trata es de ser una digna oposición que jale abajo y a la izquierda, porque no sería quienes simpatizan con el gobierno actual quienes se sumarían en esa labor.

 

Lo cierto es que en esos términos, sí es que decide jugarlos, el zapatismo, con toda su experiencia autogestiva, de organización y resistencia, tendría mucho más que aportar que lo que hasta ahora se ha escuchado. Cierto es también que sus ideas y estrategias han modificado, y de ese Compromiso por el diálogo que manifestaban frente a Vicente Fox mucho ha cambiado en estos años (

http://enlacezapatista.ezln.org.mx/2000/12/02/a-vicente-fox-es-mi-deber-informarle-que-a-partir-de-hoy-ha-heredado-una-guerra-en-el-sureste-mexicano/ )

 

Nada obliga al EZLN a hacerlo, pero si así lo eligiera, pese a la amplia opinión que les atribuye intereses oscuros, podría contribuir en jalar hacia la izquierda a un gobierno que se asume moderado, que considera la política como el arte de lo posible, y que juega al equilibrista consciente de que es pequeño el margen de maniobra que tiene en esta dinámica inevitablemente capitalista en la que se desarrolla.