Por: Yolanda Alonso

Nuestra vecina, la ciudad de Guadalajara, nos acaba de poner el ejemplo con el impulso de la Ley Antiruido que entre otras cosas regula los decibeles en las zonas comerciales e industriales y sanciona a particulares que hacen ruido desde sus domicilios o vehículos, con multas y hasta 36 horas de arresto. Además establecieron un sistema de monitoreo del ruido denominado SIMON, simon.eruido.org, donde se pueden medir los decibeles en tiempo real de zonas donde se presenta mayor problemática.

En contraste, en Zacatecas vivimos expuestos y vulnerables ante el ruido debido a un tratamiento poco efectivo, como el hecho de llamar a la policía y que no acuda o lo haga demasiado tarde o bien a través de una denuncia ante el juez comunitario que termina siendo un proceso al que pocos están dispuestos a someterse y dar continuidad. En el caso de faltas y delitos más graves, la gente no se atreve a denunciar, mucho menos lo hará cuando se trata de un comercio o de un vecino ruidoso.

La manera en que denunciamos y tratamos el ruido en Zacatecas quedó superada, día con día la problemática crece y son muchas las historias de terror con las que la gente tiene que convivir. Es por eso que necesitamos medidas más efectivas y actualizadas a los tiempos de hoy, que respondan al crecimiento y a las diferentes dinámicas de la ciudad. Sin duda, se trata de un fenómeno complejo en el que debemos involucrarnos tanto ciudadanos como autoridades para poder generar marcos de convivencia pacíficos y saludables. Recordemos que el ruido es una causa de estrés ambiental que puede afectar de muchas maneras la vida personal, desde episodios de insomnio que conllevan a irritabilidad, poca concentración y rendimiento durante el día, hasta angustia o cefaleas agudas.

Soy una ciudadana más que padece de manera cotidiana los efectos del ruido. Particularmente he probado con audífonos, tapones para los oídos hasta cambiarme definitivamente de cuarto. Cuando hablo de esto con los demás me doy cuenta que todos terminamos por modificar detalles de nuestra vida doméstica y hacemos esfuerzos extraordinarios por adaptarnos al ruido y poder descansar, sin embargo, el ruido sigue ahí. Me pregunto si no debería ser al revés, si el ruido no debería de adaptarse a medidas de convivencia y horarios por el descanso y bien común.

¿Cuál es el procedimiento habitual ante un vecino ruidoso? Llamar a la policía. Yo he llamado y hay dos posibilidades: la primera, que no atiendan el reporte, la segunda que atiendan 40 minutos después, para ese tiempo es probable que el ruido haya cesado o por lo menos bajado de intensidad. Sin embargo, el reporte se realiza no en los primeros minutos del ruido sino que se concede un margen a veces de dos o tres horas, es un tiempo que finalmente se tiene que tolerar antes de que acuda la policía. Hay otra situación, qué pasa cuando no se trata de episodios aislados sino de un hábito, en el 911 informan que en este caso hay que poner una denuncia ante el juez comunitario para que se le pueda hacer una exhortación al vecino y en un momento posterior si persiste, ponerle una multa a través del pago de su impuesto predial.

Considero que este proceso no resulta efectivo para los ciudadanos que incluso temen llamar al 911, ahora imagino ir de manera personal a levantar una denuncia y dar seguimiento, yo creo que cualquiera que se lo haya planteado desiste en el momento, yo misma desistí . En alguna ocasión me comuniqué a la Secretaría de Seguridad Pública y la persona que me atendió confirmó lo que antes me habían dicho en el servicio de emergencia pero agregó “hay que poner la denuncia, luego el juez cita a las dos partes para intentar llegar a un acuerdo”. Mi primera reacción fue de espanto y asombro, ya que no se trata de convertir un problema de ruido, que finalmente se trata de contaminación auditiva en un problema personal, espero que se hayan equivocado al informarme porque de ser así, se corren muchos riesgos al poner una denuncia de este tipo.

No nos acostumbremos al ruido, son muchas las acciones que podemos impulsar para mejorar nuestra convivencia, podemos tomar como un referente importante lo que acaba de ocurrir en Guadalajara, no subestimemos las acciones que podamos emprender en lo individual o de manera colectiva y el impacto que puedan tener para el bien común.